Cansados de vagar entre el espacio distorsionado, las horas bailan incoherentes y superpuestas en el sonido distante de una lira decadente que se diluye bajo el peso del éter, la sustancia brillante de que están hecha las cosas.
Como puñales caen las gotas de minutos sufrientes por su paso hacia atrás y sus caras indolentes en marcha hacia un destino sin conocer, desde un origen nebuloso.
El arco tensado con las hirientes flechas de los segundos dispara un haz brillante hacia el cielo opaco por la caída de la capa de Nix.
El tiempo siempre sana las heridas, pero estoy demasiado roto por el camino, eternamente, por el camino... por siempre, por siempre, vagando, siempre y nunca se unen, ambos son el origen y el fin, ad æternum, in fine, retorciendo a la fuerza las manecillas oxidadas de la balanza extra tempus.
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