jueves, junio 25, 2009

Niebla



La condensación se escapa grisácea desde su boca cual último suspiro de dragon moribundo en la triste ceniza del los ayeres olvidados, de las sombras nocturnas gélidas, de los fuegos consumidos en estelas espectrales, que, aunque luminosas, hielan hasta los mas profundos abismos infernales. Consumido en la escarcha con el alma arrancándose entre los dedos el tenue vapor comienza a llenar la escena sumergiendo todo en una serenidad aturdidora, en un respiro atonal.

La hiriente luz es vencida por el dulce sosiego, el áspero terreno recibe en sus brazos la carga de los pies pesados, con la cara cubierta caminando entre la densa niebla y vamos, hasta llegar, enfrentando los cristales y todas las formas que surgen para posarse en los labios morados, hasta llegar al consuelo final, la dulce espera, la cruel espera, sin sensibilidad suficiente para que ellos lo sientan cuando llegue el momento.

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